martes, 3 de diciembre de 2013

Pensamientos post infarto de AMLO


Yo ya me había despertado inquieta, con una molestia muy presente y muy ignorable, en estos últimos días, por saber que el viernes venderían una insignia del país, de mi país, con el primer presidente que me ha tocado que me cobre impuestos.
Siempre fui fan de Amlo… sí, lo acepto, soy su fan. No es como cuando era fan de Hanson, no, es distinto. No es sólo que le siga, que lea lo que se dice de él, que me sienta identificada con mucho de lo que dice, es que además, sí, sí… lo admiro.
Admiro dos cosas. La primera vez que lo admiré fue en 2006, cuando creíamos que iba a ganar. Es que él creía que iba a ganar. Recuerdo las estampitas para los coches que decían “sonríe, ya ganamos”. De Calderón nadie sabía un carajo.
Era una marcha contra el desaforo, viajamos de puebla al DF para hacer nuestro trabajo final de documental sobre esa marcha. Nos apostamos en el Ángel y lo vimos desde arriba, rodeado de gente, pero no de 15 o 20, sino de miles, hordas de gente a su alrededor, apoyándolo.
A mí me impresionó mucho. Le dije a Sol que más valía que cumpliera sus promesas porque si no le iba a romper el corazón a toda esta gente. Recuerdo a mujeres de más de sesenta años marchando, diciendo que estaban ahí porque creían que era la mejor opción para el futuro de sus hijos. Recuerdo las figuras hechas de papel maché con la forma de Fox, de Salinas, hechas especialmente para la marcha, para quemarlas en la marcha.
Y luego lo admiré cuando le robaron la elección. Cuando el plantón de Reforma fue la primera vez que estuve absolutamente segura de apoyar una causa política en toda mi vida. Todo el rollo que se armó me parecía incluso contenido. Yo me esperaba Troya. Se habían robado una elección, en nuestra cara, no lo íbamos a permitir como los grises de nuestros padres. Toma el dulce, ¡no es cierto!. Ni un solo balazo, ni un solo muerto… ¿de qué estábamos hechos?
Y luego pasaron todas nuestras peores pesadillas, un derechista en la silla, cien mil muertos, cien Xalapas completas, muertas, asesinadas… y otra vez el año pasado.
Me siento robada de la posibilidad de tener un poder al cual apelar, al cual hacer críticas, con el cual dialogar. Yo no esperaba que Amlo fuera perfecto, pero carajo, sabía dentro de mí que era alguien a quien yo respetaba. Ahora ¿de qué sirve rebelarse contra un imbécil?
¿Cómo dialogar con alguien del que no esperas nada? Alguien tan vacío, tan pletórico dentro de su máscara de cargo público?
Y hoy le da un infarto a amlo. En la víspera de la venta del petróleo. No es que sea grave que vendan el petróleo, el petróleo es eso, petróleo. Es lo que significa, el vacío, la negrura de expectativas, la falta de plan y la abundancia de codicia.
Por poco lloro pensando ¿y si se muere qué? ¿ya nos chingamos? ¿oooooootra vez? Pero… ¿nos chingaron ya de todos modos? ¡Por suerte no se murió! Vaya reto de lógica aristotélica y una sin tiempo para pensar, a penas el tiempo suficiente para ver la vida pasar.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Cosas que me tienen harta

- El Halloween 
- el fútbol 
- el PRI, el PAN, el PRD, el p lo que sea. 
- La ausencia de complejos de la gente para preguntarme cuándo voy a tener hijos. 
- Miley Cyrus

martes, 12 de febrero de 2013

Reclamo de una Papisa

Como ya todo el mundo lo sabe, renunció el papa. Como todo el mundo ha notado, no hay periódico o espacio mediático que no hable del tema, y lo que falta. Hoy al hacer mi recorrido rutinario por la prensa y las redes me encontré con varios tuits y retuits de Alejandro Jodorowski reivindicando el advenimiento de una papisa, incluso convocando al público en general a realizar un performance psicomágico para que esto se haga una realidad, seguido de muchas respuestas de mujeres apoyando la propuesta.
Este es un nuevo ejemplo de igualdad malentendida que tiene como consecuencia directa el desprestigio del feminismo. Creer que la solución para la desigualdad entre mujeres y varones se arregla con poner a la cabeza de las instituciones hegemónicas a una mujer es un enorme error, casi tan ingenuo como creer que tener a una mujer en la presidencia de un país es signo inequívoco de equidad o de democracia.
Lo deseable es que cada vez más mujeres ocupen puestos de toma de decisiones, sí. Pero estaremos hablando de igualdad únicamente cuando sea igual de seguro para una mujer que para un varón salir a la calle, mostrar el cuerpo, decir lo que piensa y actuar como le dicte su conciencia.
Si bien la crítica feminista y progresista hacia la iglesia católica ha sido siempre que ésta en su estructura y su mitología otorga las posiciones de poder, de prestigio y de toma de decisiones a varones –y solo a un tipo específico de varón, y para muestra la profecía de que un papa negro sería el fin del mundo-  la reivindicación por la igualdad en un sentido amplio está orientada a la legitimación y puesta en práctica de otras formas de organización social y de reparto tanto de la riqueza como del poder, una que reconozca y celebre la diferencia y la pluralidad.
No es poco común encontramos ante la presencia de mujeres que ostentan el poder reproduciendo prácticas patriarcales como la violencia psicológica o económica contra empleados y empleadas o el desprestigio de colegas mujeres por razones ajenas a lo laboral. Son incontables las mujeres que desde altos cargos administrativos, sociales o políticos contribuyen a continuar los estereotipos de género, ubicándose ellas mismas como mujeres-mujeres, declarándose no feministas, o enarbolando la bandera de la causa de la igualdad con soluciones como abrir más guarderías para las madres trabajadoras, o dar subsidios a las mujeres que encabezan una familia.
Por hablar de algo reciente, tenemos el caso de las monjas que robaron bebés recién nacidos a cientos de mujeres en hospitales españoles durante el franquismo, cuya estrategia fue decir a la madre que su bebé había muerto. La mayoría de estas monjas salió impune.
La iglesia católica, esa institución que carga todo el peso de los males de la humanidad sobre las mujeres, que defiende la vida desde la procreación aun cuando la madre tenga menos de 15 años de edad, que culpa a las mujeres maltratadas o asesinadas de su propia suerte, que prohíbe el uso del condón, que defiende a capa y espada un único modelo de familia –y por lo tanto un único modelo de amor- que instruye como modelo para las mujeres a una adolescente que parió siendo virgen. ¿Sabemos de verdad lo que estamos diciendo al reclamar que una mujer esté a la cabeza de una institución como esta?

* Artículo publicado en Píkara Magazine http://www.pikaramagazine.com/2013/02/reclamo-de-una-papisa/